lunes, 30 de enero de 2012

LA "LEY DE MEMORIA HISTÓRICA" EN EL RINCÓN DE ADEMUZ.

Acerca de la desaparición de símbolos relacionados con el franquismo y 
del cambio de denominación de calles y plazas.



“Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”
-Jorge Santayana (1863-1952)
filósofo, poeta y novelista español en lengua inglesa-.

"Uno y otro bando político no me inspiran sino horror y asco.
Por los españoles siento la más profunda compasión
merecerían mejor suerte"
-De una carta de Luis Cernuda (1902-1963) a
Concha de Albornoz (1900-1972),
 febrero de 1939-.

"Ver lo que está delante de nuestros ojos
exige un esfuerzo permanente"
-George Orwell (1903-1950), 
escritor y periodista británico-.

"La lucha por el pasado
es la lucha por el futuro"
-Carmen Iglesias (Madrid, 1942), 
historiadora española-.

"La Historia debe ser siempre un espacio libre para el debate de las ideas y la investigación, 
pero nunca para dogmatizar sobre la historia y sus hechos"








Consideraciones previas.
En fecha reciente, con motivo de tomar unas fotografías para un trabajo que estaba realizando en relación con la iconografía funeraria en el Rincón de Ademuz subí a Puebla de San Miguel (Valencia).[1] Aparqué mi vehículo en la plaza de San Miguel, frente a la iglesia parroquial y de inmediato me di cuenta que el nombre de José Antonio Primo de Rivera (1903-1936) que figuraba en letras mayúsculas bajo una cruz negra sobre enlucido de yeso -existente en la fachada del templo, a la izquierda de la cancela de acceso- había sido borrado. Otro tanto me sucedió en Ademuz, al ver que la plaza de don Blas Mañez había cambiado a plaza de la Iglesia, y también en Vallanca, pues al bajar por la antigua calle Calvo Sotelo me apercibí que ahora la denominaban cuesta la Plaza...

Naturalmente pensé en la Ley de la Memoria Histórica [Ley 52/2007 de 26 de Diciembre], extrañándome, sin embargo, que hubieran tardado tanto en retirar el mencionado símbolo y en cambiar los nombres de la plaza y las calles. Dicha Ley, en la Exposición de motivos dice:
  • En definitiva, la presente Ley quiere contribuir a cerrar heridas todavía abiertas en los españoles y a dar satisfacción a los ciudadanos que sufrieron, directamente o en la persona de sus familiares, las consecuencias de la tragedia de la Guerra Civil o de la represión de la Dictadura. Quiere contribuir a ello desde el pleno convencimiento de que, profundizando de este modo en el espíritu del reencuentro y de la concordia de la Transición, no son sólo esos ciudadanos los que resultan reconocidos y honrados sino también la Democracia española en su conjunto. No es tarea del legislador implantar una determinada memoria colectiva. Pero sí es deber del legislador, y cometido de la ley, reparar a las víctimas, consagrar y proteger, con el máximo vigor normativo, el derecho a la memoria personal y familiar como expresión de plena ciudadanía democrática, fomentar los valores constitucionales y promover el conocimiento y la reflexión sobre nuestro pasado, para evitar que se repitan situaciones de intolerancia y violación de derechos humanos como las entonces vividas./ Este es el compromiso al que el texto legal y sus consecuencias jurídicas responden.[2]

En su Artículo 15 Símbolos y monumentos públicos, se indica:
1.- Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura. Entre estas medidas podrá incluirse la retirada de subvenciones o ayudas públicas.
2.- Lo previsto en el apartado anterior no será de aplicación cuando las menciones sean de estricto recuerdo privado, sin exaltación de los enfrentados, o cuando concurran razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas protegidas por la ley.
3.- El Gobierno colaborará con las Comunidades Autónomas y las Entidades Locales en la elaboración de un catálogo de vestigios relativos a la Guerra Civil y la Dictadura a los efectos previstos en el apartado anterior.
4.- Las Administraciones públicas podrán retirar subvenciones o ayudas a los propietarios privados que no actúen del modo previsto en el apartado 1 de este artículo.

En relación con el punto tercero, que dice de la colaboración entre las Comunidades Autónomas y las Entidades Locales, léase Ayuntamientos, el de Torrebaja colaboró en su momento recuperando y señalizando ciertos vestigios de la Guerra Civil en la zona de La Loma.[3]

Lícitamente, uno se pregunta si hacía falta dicha Ley, pues ha sido muy contestada desde distintos sectores, tanto políticos como del mundo académico y social. La normativa partió de una propuesta de Esquerra Republicana de Cataluña y su ley de Recuperación de la Memoria Republicana y Antifascista, lo cual ya resulta de por sí sospechoso, pues en la proposición sólo se refiere a la represión franquista, cuando fue dicho partido el que por “mandato del presidente Companys organizó las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas” –las célebres MAOC de triste recuerdo- pues al concluir la guerra se le contabilizaron 8.352 asesinatos.[4]

No obstante, la citada proposición de Ley fue admitida por las Cortes Españolas con fecha 2 de diciembre de 2005, e inserta en el Boletín Oficial de las Cortes Generales, Congreso de los Diputados. VIII legislatura.

Como acertadamente se dice en la Exposición de motivos, “No es tarea del legislador implantar una determinada memoria colectiva” -sin embargo, ésa y no otra parece ser la intención de la mencionada Ley-. Preguntado al respecto, el actor y dramaturgo catalán Albert Boadella (Barcelona, 1943)[5] dice:
  • [...] otro de los problemas gordos de la izquierda española, (es) que quiere ahora ganar la Guerra Civil. Y comprendo que es un sueño muy bonito, pero, oiga, es que eso es imposible. La Guerra Civil se perdió y si ocurrió así fue, entre otras muchas cosas, por una República que fracasó. Podemos hablar de muchas cosas [...] pero, se quiera o no, la República fracasó tanto que acabó enfrentando a los españoles en una guerra civil. En fin, que me parece muy lógico que se recupere la memoria histórica, pero todo lo demás es sencillamente absurdo.[6]

Vestigios de la guerra y simbología franquista en la zona.
Los recuerdos materiales de la Guerra Civil (1936-39) en el Rincón de Ademuz son escasos, dado que los existentes se fueron desvaneciendo con el tiempo, con la excepción de algunas lápidas en los cementerios locales: las losas todavía conservan sus inscripciones, aunque sólo algunos vecinos sabrían dónde encontrarlas:

            ADEMUZ:
1) Lápida: 1936, agosto 14.

Don Blas Mañes Palomar
Cura párroco de Ademuz
Asesinado el 14 de agosto de 1936
Sus sobrinos.

            2) Lápida: 1938, abril 10.

Salvador Garrido González
de 18 años
Que dio su vida por Dios y por España.

            CASAS ALTAS:
1) Cruz: 1936, agosto 25.

Aquí yace
Conrado Andrés Sánchez
Asesinado por confesar su fe religiosa y amor a España
el 25 de agosto de 1936
A los 22 años de edad
R.I.P.

2) Lápida: 1938, febrero 17.

El joven
Manuel Llopis Luz
murió en el frente de Villalba Baja (Teruel)
el día 17 de febrero de 1938
A los 20 años.

[Trasladado el 2 de julio de 1939]
Tus padres y hermanos

PUEBLA DE SAN MIGUEL:
            1) Lápida con doble inscripción: 1938, julio 22.

José Rodríguez Sánchez.
Caído por Dios y por España
el 22 de julio de 1938
A los 18 años
R.I.P.
Tus padres.

Higinio Simón Roque.
Caído por Dios y por España
el 22 de julio de 1938.
A los 18 años.
R.I.P.
Tus padres.

TORREBAJA:
1) Lápida: 1938, julio 5.

A la memoria de
Enrique Fores Adam
que murió en defensa de la libertad
en Torrebaja
el día 5 de julio de 1938
a los 26 años
tu esposa, hijos y nieta.

Poca semilla dejaste
porque joven distes la vida
el camino tuyo seguimos
los que no te olvidan
[J. Oroval].

            2) Estela: 1994, junio.
IN MEMORIAM
El pueblo de Torrebaja, y en
 su nombre el Aytº Pleno, levantan
esta estela funeraria en recuerdo de
 todos aquellos, soldados y civiles
anónimos, que murieron por nuestro
 país y fueron inhumados en este
Camposanto, durante la Guerra Civil
 de 1936-39.
Su muerte no habrá sido en vano,
 si tenemos siempre presente en
 nuestro corazón, que jamás debería
 repetirse aquella tragedia que
 asoló España.
Descansen en Paz. Junio de 1994.

           
 El texto y el comentario del contenido de las lápidas pueden verse en la referencia cifrada.[7]
         
En Torrebaja, seguramente por haber sido sede del Estado Mayor del XIX Cuerpo del Ejército republicano de levante –que estuvo bajo el mando del coronel don Joaquín Vidal Munárriz-,[8] la localidad fuera bombardeada en varias ocasiones, y los vestigios de los refugios antiaéreos permanecieron durante muchos años.[9]-[10] Una huella evidente de aquella época aún puede verse en el barrio de Los Pajares: se trata de la carcasa metálica de una de aquellas bombas, que todavía permanece incrustada en la esquina de una casa, propiamente denominada “casa de la bomba”.[11]

Respecto a los símbolos políticos del franquismo vinculados a la Guerra Civil, éstos siempre fueron escasos en la zona, limitándose a:
1) Yugo y flechas: armazones de madera con esta forma que señalizaban la entrada y salida de los pueblos, y que fueron comunes a todos los municipios de España. También las hubo dispuestas en alguna fachada a la entrada de las localidades, como fue el caso de Vallanca; el mismo motivo labrado aparece en el pilón de piedra que centra la fuente de la plaza de España, frente a la parroquial Nuestra Señora de los Ángeles, y también pintada en la fachada de la Casa Consistorial de esta villa.
2) Cruz de los caídos: el monumento más conocido de este tipo fue el existente en Torrebaja, se ubicaba fuera de la población, en un somero montículo arcilloso existente en la margen derecha de la carretera nacional 420, dirección Cuenca. Constaba de unas amplias escalinatas y una zona plana ajardinada en la parte alta, donde se levantaba una altar de obra presidido por una gran cruz de cemento figurando madera –obra de un artífice catalán que pasó por la zona a principios de los cuarenta-.[12]
3) Memorias: entre las que cabe destacar la existente en la fechada oriental de la iglesia arciprestal San Pedro y San Pablo de Ademuz, sobre la puerta denominada de Las Gradas; una lápida en la fachada de la iglesia de El Salvador de Casas Bajas y una gran cruz latina en negro sobre revoco de yeso en la iglesia de San Miguel, en Puebla de San Miguel, sobre el zócalo de la torre, lado izquierdo de la cancela.
4) Callejeroplaza en Ademuz –Don Blas Mañes - y varias calles en Vallanca –Caudillo, Calvo Sotelo y General Mola- cuyos nombres evocan claramente el periodo histórico.
5) Víctores: armazones de hierro formando el anagrama “VICTOR”, en referencia a la victoria de las fuerzas nacionales sobre las republicanas o frente populares colocadas en las fachadas de los antiguos Centros Rurales de Higiene o "Casa del Médico" de cada localidad.

Valga el punto para decir que por “franquismo”, entiendo el régimen social y político instaurado por el general Francisco Franco Bahamonde (1892-1975) tras la Guerra Civil, entre 1939 y 1975; un régimen con evidentes luces y sombras que tuvo varias etapas en su desarrollo, siendo su característica principal el haber sido una dictadura de tipo autoritario -aunque nacida con vocación totalitaria sui géneris por influencia falangista-, pero en ningún caso comparable con el nazismo y absolutamente más benigna que la establecida por Iósif Stalin (estalinismo) en la Rusia soviética y otros líderes comunistas (Mao Zedong, en China; Pot Pot en Camboya...) esencialmente totalitarios y destructivos que ocasionaron millones de víctimas. Observe el lector que escribo “millones”, no “miles”, pues la cantidad importa..

Las estructuras de madera conocidas como el Yugo y las fechas fueron desapareciendo, víctimas del paso del tiempo, probablemente sin que nadie se molestara en retirarlas. La Cruz de los caídos de Torrebaja sufrió también el mismo destino, primero cayó la cruz y posteriormente fue desmantelado el resto del monumento: altar, maceteros de la zona ajardinada y escalinatas. La zona donde se hallaba el emblemático mausoleo todavía es conocida como La Cruz y fue lugar de juegos y esparcimiento para niños, chicos y jóvenes, cuando esta parte de la carretera (y hasta Los Santos) era el lugar de paseo predilecto de muchos torrebajeros.

La Memoria colocada en una hornacina de la fachada de la iglesia de Ademuz, sobre la puerta de "Las Gradas" (fachada oriental), está formada por una cruz latina con una corona de laurel en la parte alta, donde se atraviesan los palos: en el brazo horizontal puede leerse:

Caídos por Dios y por la Patria


El epígrafe "Caídos por Dios y por la Patria" alude a la vinculación de los vencedores con la religión en general y con la Iglesia Católica en particular -de donde vendría el "Nacionalcatolicismo" de posguerra, consecuencia del genocidio religioso y el holocausto patrimonial previo-, frente al ateísmo-anticlericalismo iconoclasta de los vencidos; asimismo en lo que hace a la "Patria", concepto mucho mejor definido en los llamados "nacionales" que en los "republicanos" o frente populares, entre los que existió el nacionalismo y un separatismo evidente. La cruz se apoya en una base ornada con motivos vegetales, cuyo espacio anterior incluye una serie de nombres:

José Antonio Primo de Rivera
D. Blas Mañes
Ángel Garrido
Salvador Garrido
Vicente Adalid
Germán Torres
Pilar Blasco

¡PRESENTES!

Los nombres reseñados corresponden a las víctimas "nacionales" o “derechistas” durante la Guerra Civil (1936-39), las únicas que se homenajearon bajo el franquismo. De algunos de los señalados conocemos las circunstancias de su muerte: don Blas Mañes Palomar (1869-1936), cura párroco de Ademuz, de 67 años, asesinado en La Huérguina (Cuenca) el 14 de agosto de 1936;[13] Ángel Garrido Camañas, natural de Ademuz, de 25 años, estudiante de ideología falangista muerto en Teruel y Pilar Blasco Férriz, natural de Ademuz, de 14 años, sin filiación política y muerta en Libros (Teruel).[14]

La placa colocada en la fachada de levante de la parroquial de Casas Bajas estaba formada por una pieza rectangular de piedra que contenía grabados los siguientes nombres:

José Antonio Primo de Rivera
D. José Calvo Sotelo
D. Ramón Fos Adelantado (sacerdote)
Antonio Hernández Sánchez
CAÍDOS POR DIOS Y POR ESPAÑA
¡PRESENTES!

           
 La estela hace mucho tiempo que se retiró de la fachada de la iglesia, conservándose, no obstante, en un trastero de la Casa Abadía de Casas Bajas, junto a varias esculturas de madera -una representado a la Inmaculada Concepción de María y otra a un franciscano-: existen diversas versiones respecto al origen de estas imágenes, mientras que unos dicen que proceden del convento de San Guillermo en Castielfabib,[15] otros –según me comentaba don Eduardo Rengel Albert, cura párroco de Ademuz- afirman que las “pescaron” en el río, pues bajaban flotando por el Turia en algún momento de la guerra, “víctimas” de la persecución religiosa durante la revolución (1936-39). Ambas explicaciones pueden ser ciertas, pues las imágenes pueden tener distinta procedencia. En la placa de referencia se menciona a Antonio Hernández Sánchez y también a don Ramón Fos Adelantado (1891-1936), éste era natural de Segorbe (Castellón) y fue cura párroco de Corcolilla de Alpuente (Valencia), de 45 años, asesinado en Los Aljezares de Casas Bajas el 16 de agosto de 1936.[16]
            
La Memoria en forma de cruz latina en negro sobre revoco de yeso colocada en la fachada meridional de la iglesia de Puebla de San Miguel todavía se conserva, aunque el nombre del fundador de la Falange -José Antonio Primo de Rivera-[17] que figuraba escrito con grandes letras negras en la parte inferior del cuadro ha sido recientemente borrado.
            
El Yugo y las flechas labrado en el obelisco central de la fuente de la plaza de España de Vallanca, todavía subsiste, aunque hace mucho tiempo que desapareció uno de madera que había en la fachada de una casa, a la entrada de la población. Sin embargo, los nombres de las calles de esta villa que aludían al periodo histórico –Caudillo, Calvo Sotelo y General Mola- han sido sustituidos por otros –Caudillo por Vallejo, Calvo Sotelo por Cuesta la Plaza y General Mola por El Castillo-. Asimismo en Ademuz, donde la plaza de D. Blas Mañez ha pasado a denominarse plaza de la Iglesia. Lo de reemplazar el nombre a una calle o plaza no es cosa nueva, suele suceder con los cambios de régimen o gobierno; en Torrebaja, durante la Guerra Civil (1936-39) la calle del Rosario pasó a denominarse calle de Pablo Iglesias, la calle de san Roque pasó a llamarse calle Luis de Sirval, y la carretera de Cuenca-Teruel se renombró Avenida de la República –así lo evidencian los certificados de defunción de los fallecidos avecindados en estas calles durante el periodo histórico. De la misma forma, la actual plaza del Ayuntamiento de Valencia -anteriormente del Caudillo y antes de las Flores y Emilio Castelar- hace años que cambió su nombre por el actual y nadie se rasgó las vestiduras cuando retiraron la estatua ecuestre del general Franco; ni tampoco hizo falta una ley para ello, sencillamente se cambió: a moro muerto, gran lanzada...
            
Respecto a los Víctor que existieron en las fachadas de la "Casa del Médico" en cada localidad, todos han desaparecido, con la excepción del de Casas Bajas, que todavía podía verse hasta hace pocos años. Es probable que existiera algún otro símbolo franquista en la comarca, además de los retratos del general Franco y de José Antonio Primo de Rivera en los centros oficiales –Ayuntamientos y Escuelas Nacionales-; pero los reseñados son los principales.

Palabras finales.  
El autor vuelve a preguntarse si hacía falta la Ley de Memoria Histórica y sin ambages se responde que no; porque destila un evidente tufo político y, presuntamente, lo que busca es rescribir la historia. Además, como bien dice el profesor de la Universidad de Alcalá, Francisco Javier Paredes Alonso: “más que recuperar la memoria (función adscrita a historiadores y cronistas antes que a políticos) lo que pretende es recuperar los odios”. El mismo profesor Paredes manifiesta que “ahora mismo en las enseñanzas medias hay una versión sesgada a favor del bando republicano” alegando que los que perdieron la Guerra (en el frente) quieren ganarla (sobre el papel).[18]

Asimismo, el escritor Díaz Villanueva (Libertad Digital, 2011), escribe:

  • [...] 80 años después de su proclamación, la República sigue estando en boca de todos, especialmente de los políticos y la intelectualidad de izquierda, que la reclaman como patrimonio propio: la tienen por un proyecto abortado antes de que pudiese fructificar por culpa de un malvado espadón –Francisco Franco– que cortó de cuajo las esperanzas de la nación entera./ Así de simple es la versión oficial y la que, dicho sea de paso, se inocula por vía intravenosa a los estudiantes de secundaria desde hace, por lo menos, tres décadas. La realidad, sin embargo, es algo más compleja y no tan heroica para las quejumbrosas huestes de la izquierda eterna. La República fracasó por otras causas bien distintas y Franco, en todo caso, lo único que hizo fue echar la firma sobre el certificado de defunción.[19]

Sería interesante preguntarse por las causas del fracaso de la república, pero responder ahora la pregunta nos desviaría del objetivo del presente trabajo; en todo caso, Franco tiene poco que ver, mientras que la responsabilidad de la izquierda resulta evidente, en particular del partido socialista, por la deriva revolucionaria de algunos de sus dirigentes, y de los nacionalismos... Pero quizá no le falte razón al profesor ni al periodista, siendo sus afirmaciones producto de la observación, el estudio y la reflexión o simple opinión que yo comparto, aunque pienso que tampoco se puede generalizar. En cualquier caso, como considera la profesora Ana de Zaballa Beascoechea (Getxo-Vizcaya, 1958), doctora en Historia por la Universidad de Navarra:

  • [...], los educadores que explican nuestra historia reciente tienen en sus manos un instrumento extraordinario para formar a los niños y adolescentes en los valores de la verdadera convivencia, mostrando las trágicas consecuencias de la intolerancia y de la guerra. [...] el modo más eficaz de hacerlo sería invirtiendo en la formación de formadores y fomentando en la convivencia nacional el respeto a las diferentes formas de pensar.[20]
            
Tienen los medios y la posibilidad de hacerlo, pero no lo harán. En cualquier caso, la politización de la Historia tiene siempre efectos nefastos, pues impide conocer los hechos pretéritos y su correcta interpretación. Tampoco se puede aplicar a lo sucedido la condena oficial al olvido selectivo -lo que se conoce como damnatio memoriae- toda vez que el pasado se halla sutilmente vivo en cada momento de la Historia y su olvido o tergiversación condiciona el presente.[21]

Cabe decir, finalmente, que la Ley de Memoria Histórica trata de reescribir la historia: mal negocio para la verdad y para la historia. Lo cual es una lástima, pues supone otra oportunidad perdida para la reconciliación de las dos Españas, en detrimento de una tercera: la del perdón, la de la tolerancia, la de la libertad y la democracia. Porque una Ley, por mucho que la sostengan amplias mayorías parlamentarias, no puede determinar la verdad de unos hechos históricos, ni siquiera quién fue el vencedor ni quién el vencido, cuestión que solo puede dirimir la realidad.

           
En suma: pienso que los vestigios del pasado régimen en el Rincón de Ademuz no le preocupaban a nadie, y menos a las nuevas generaciones, muchos de cuyos miembros desconocen incluso los hechos vinculados a los personajes aludidos y el significado real de los emblemas reseñados. Lo conveniente y adecuado sería enseñárselo, para que aprendan de los errores cometidos por sus padres y abuelos. Cabe añadir al respecto que todo lo que se refiere al gran órdago que fue la guerra civil española (1936-39) genera enseguida agria controversia. Ello es comprensible, porque muchos españoles todavía quieren creer que en aquella contienda hubo buenos y malos, cuando no fue así, ya que en última instancia la guerra civil constituyó el gran fracaso de la II República -y de los políticos que la rigieron- para solucionar los problemas de la sociedad de su tiempo. Fue eso y algunas cosas más... como la falta de una verdadera mentalidad democrática y de tolerancia en los partidos políticos -porque ninguno era realmente democrático, y menos todavía los marxistas-, hasta el punto que los adversarios se convirtieron en enemigos, y a los enemigos no hay que vencerlos, hay que destruirlos. Y eso hicieron, se enfrentaron y se mataron a gusto, y vencieron unos, pero podían haber vencido los otros. Y de haber vencido los que perdieron, ¿creen ustedes que hubiera sido mejor? Pues no, después de la guerra solo cabía una salida: la dictadura de derechas o la dictadura de izquierdas. Resultó una dictadura autoritaria de derechas; pero podría haber sido una dictadura totalitaria de izquierdas. ¡Susto o muerte!

Particularmente creo que no es acertado retirar los símbolos políticos del pasado, pues –nos guste o no- forman parte de nuestra Historia, incluso de nuestra peor Historia, hasta el punto que todos ellos, los de uno y otro bando podrían convivir en las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades como expresión de nuestra madurez democrática y espíritu de tolerancia. Pues la ley de Memoria Histórica me sugiere una vuelta a "las dos Españas" que alguien, algunos, tratan de perpetuar en el tiempo. Me refiero a esa  élite de pseudo-intelectuales y polítiquillos guerracivilistas, inútiles, irresponsables... que nos viene gobernando en las últimas décadas: incapaces de poner a nuestro país en el lugar que le corresponde en Europa y el mundo, y se limitan a hacer ruido dentro de España. Tampoco hay interés entre la intelectualidad académica -particularmente entre la izquierdista, que abarca la mayoría del ámbito universitario- en objetivar la Historia, para lo cual hay que comenzar por sacarla de la confrontación política. Por ello me pregunto con el clásico: ¿Cui prodest, cui bono...?, ¿a quién beneficia mantener esta división, quién saca provecho de este enfrentamiento permanente...? Glosando al historiador Luis Eugenio Togores (Madrid, 1959) carecería de sentido levantar hoy una estatua a Franco –ni a Largo Caballero, Prieto, Azaña o la Pasionaria-; pero tampoco lo tiene retirar las que se pusieron hace tantos años. Y si se decide retirarlos, bien retirados sean, pero con el consenso de todos, no con la pretensión de reescribir la historia para ganar sobre el papel lo que perdieron en las trincheras. 

Yo no la he visto, pero dicen que en la zona de Nuevos Ministerios en Madrid hay una estatua del "Lenin Español" -me refiero a Largo Caballero-: Soy de la opinión que no debe quitarse esa estatua, aunque represente a un personaje tan nefasto como lo fue don Francisco, ¡sólo hay que conocer la historia y ver su actuación a partir de octubre de 1934! Y lo mismo podría decirse de Indalecio Prieto, cuyo nombre figura en la Estación Abando Indalecio Prieto de Bilbao. Ambos personajes, Largo Caballero y Prieto fueron unos golpistas, pues participaron en una revolución armada contra la legalidad de la II República entre el 5 y el 19 de octubre en la España republicana.[22]

Como observara el escritor y periodista catalán, Josep Pla (1897-1981), la cuestión es que "en los países latinos, la rotulación de las calles ha ido siempre unida a la política del momento; de ahí que haya sido tan variada y abundante", y también de que haya habido necesidad de cambiarla con relativa frecuencia. Al político comunista Santiago Carrillo le nombraron "Hijo Predilecto" en Gijón y cuando muera le harán un gran homenaje o buscarán una calle o avenida a la que poner su nombre: ¡Vade retro! -pensarán algunos-. 

Por eso me encantan los nombres dados a las nuevas calles de Vallanca -Vallejo, Cuesta la Plaza, El Castillo– ciertamente más vinculados al paisaje rural y que nunca molestarán a nadie, aunque cambie el régimen. Aprovecho el punto para felicitar a los vallanqueros por tener una plaza con el bello nombre de nuestro país, me refiero a España. Vale.



Addenda: El 20 de noviembre de 1975, cuando murió el general Franco, yo tenía 23 años... Hoy no puedo hacer otra cosa que avergonzarme, pues fui uno de los miles de españoles que aquella madrugada brindaron o hubieran querido brindar con champaña ante la noticia. En el círculo "progre" en el que me desenvolvía no podía hacer otra cosa, pues esto era lo propio, lo que se esperaba de cualquiera de nosotros; de la misma forma que lo era alegrarse cuando los terroristas etarras asesinaban o secuestraban a alguien -me refiero a empresarios, políticos o simples guardias civiles-: ¡Algo habrá hecho, uno menos...! –se decía entonces con brutal insensibilidad. Y de esto no hace tantos años... Pero, ¡por favor!, no se escandalicen, porque ello era lo normal entre la progresía y los modernos de entonces. Merecidamente, de aquellos polvos provienen estos lodos. Hoy, si no más sabio, al menos creo ser más crítico y reflexivo, y sobre todo más sensible. Por eso digo que me avergüenzo en mi interior -y públicamente- de mi sentir y proceder de entonces; y si le sirve a alguien, pido perdón... Cabe decir, no obstante, que la gente “progre” de mi generación, los que vivimos los momentos de la transición política del franquismo a la democracia arrimados a los partidos de izquierda, no creíamos en la democracia, creíamos en la revolución. Nos había dicho que la democracia burguesa era una máscara -el disfraz del capitalismo- y nos lo creímos. Hoy puedo decir que nos engañaron. En las manifestaciones gritábamos hasta desgañitarnos ¡Llibertat, amnistia, estatut d'autonomia! Pero a tenor de lo que hoy ha resultado tampoco sabíamos lo que pedíamos. ¡Nos engañaron también! En última instancia, a tenor de lo escrito y de los comentarios de los lectores, el autor piensa que, puestos a recordar, hay que recordar a todos los muertos: a los de la República (1931-1936), a los de la Guerra Civil (1936-1939) y a los del franquismo (1939-1975), a todos y cada uno de ellos, individual y colectivamente –pues todos fueron víctimas del mismo proceso histórico. Pero esto debe ser labor de los investigadores -historiadores, cronistas y estudiosos- no de los políticos. Intuyo  lo que pensarán algunos, que los muertos de un bando ya tuvieron su justicia y otros, que no conviene remover el pasado... Lícitamente habrá también quien piense lo que dice el adagio: Al que recuerde lo viejo, que le saquen un ojo... A estos últimos les pediría que evoquen el proverbio completo, que acaba así: Y al que lo olvide (el pasado, lo viejo) que le saquen los dos, los dos ojos...Aleksandr Solzhenitsyn (1918-2008) dixit en Archipiélago gulag (1973).[23] Porque todos tenemos memoria y muertos que rememorar.

En cualquier caso, el autor se posiciona a favor de los firmantes del Manifiesto por la Historia y la Libertad (2018), porque la Historia debe ser siempre un espacio libre para el debate de las ideas y la investigación, pero nunca para dogmatizar sobre la historia y sus hechos”.[24]




[1] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Iconografía funeraria en el cementerio de Puebla de San Miguel (I y II), en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del sábado 21 de enero de 2012.
[2] Ministerio de Justicia: Ley de Memoria Histórica
[3] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Visita guiada a las trincheras de La Loma en Torrebaja (Valencia), en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del sábado 5 de noviembre de 2011.
[4] ALCALÁ, César (2005). Checas de Barcelona. El terror y la represión estalinista durante la Guerra Civil al descubierto, Ed. Belaqua, Barcelona.
[5] Cf. Wikipedia, voz Albert Boadella
[6] Declaraciones de Albert Boadella a diario El Mundo, 24 de abril de 2006. Citado por Nicolás SALAS (2006). La otra memoria histórica, Editorial Almuzara, Córdoba, 3ª edición, p. 206.
[7] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2007). Referencias iconográficas a la Guerra Civil (1936-39) en el Rincón de Ademuz, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. I, pp. 183-190.
[8] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Don Joaquín Vidal Munárriz, un coronel republicano en Torrebaja (Valencia), en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 14 de diciembre de 2011.
[9] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2008). Refugios antiaéreos en Torrebaja y otras noticias de la Guerra Civil (1936-39), en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia,  vol. II, pp. 329-338.
[10] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2009) Acerca del bombardeo de Torrebaja del 26 de noviembre de 1938, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. III, pp. 17-33.
[11] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2007). Referencias iconográficas a la Guerra Civil (1936-39) en el Rincón de Ademuz, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. I, pp. 183-190.
[12] BADÍA MARÍN, Vicente y PÉREZ TARÍN, José Alejandro (1953). Torre Baja, mi pueblo, Edita Ayuntamiento de Torrebaja, Valencia, p. 18.
[13] SÁNCHEZ GARZÓN (2011), pp. 83-90. ID. Don Blas Mañes Palomar en el I Simposio "La Cruz de los Tres Reinos" (Ademuz), en el sito web Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 17 de octubre de 2011.
[14] Ibídem, pp. 43-49.
[15] ESLAVA BLASCO, Raúl. El patrimonio mueble religioso del Rincón de Ademuz en la década de 1930, según documentación de la Causa General (y II), en revista Ababol 65 (2011) 24.
[16] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2011). Don Ramón Fos Adelantado, cura párroco de Corcolilla de Alpuente, en la Causa General, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. IV, pp. 105-124.
[17] Cf. Wikipedia, voz José Antonio Primo de Rivera.
[18] Análisis digital, del viernes 2 de diciembre de 2005. Citado por César ALCALÁ (2005), pp. 341-342. 
[19] DÍAZ VILLANUEVA, Fernando. República sin republicanos, en el sitio web LibertadDigital, del miércoles l3 de abril de 2011.
[20] Análisis digital, del jueves 25 de febrero de 2006. Citado por ALCALÁ, César (2005), pp. 345-346.
[21] RODRÍGUEZ ADRADOS, Francisco. Damnatio Memoriae, en La Tercera de ABC, del lunes 29 de enero de 2007.
[22] «Lo que ocurrió desde el 5 al 19 de octubre de 1934 en la España republicana no fue un acto fascista ni franquista ni falangista ni cedista ni lerrouxista ni derechista. Fue un violento golpe de estado en toda regla, armado y organizado en buena parte por un ala del PSOE liderado por Francisco Largo Caballero, Indalecio Prieto y UGT, apoyado por los comunistas y secundado parcialmente por la CNT y después, repicado y aprovechado por el separatismo catalán de Esquerra Republicana». Cf. TENA, Pedro de. Octubre de 1934: una revolución armada contra la II República según el propio Largo Caballero, en el sitio web LibertadDigital, del lunes 2 de noviembre de 2020.
[23] Cf. Wikipedia, voz Aleksandr Solzhenitsyn.
[24] Fundación Valores y Sociedad: Presentación del "Manifiesto por la Historia y la Libertad" (2018), del miércoles 14 de febrero de 2018.



GALERÍA FOTOGRÁFICA:

Detalle de la "Cruz de los Caídos", memoria en la fachada de levante,
puerta de Las Gradas de la arciprestal San Pedro y San Pablo de Ademuz (Valencia).

Puerta de Las Gradas de la arciprestal San Pedro y San Pablo de Ademuz (Valencia).


Placa de policía correspondiente la antigua "Plaza de D. Blas Mañez",
actualmente "Plaza de la Iglesia" en Ademuz (Valencia). 

Estela funeraria correspondiente a Conrado Andrés Sánchez (1914-36)
en el Cementerio de Casas Altas (Valencia).

Lápida en memoria de Pedro Sánchez Sánchez (1907-36) y Conrado Andrés Sánchez (1941-36)
en el Cementerio de Casas Altas (Valencia).

Cruz en el paraje de Los Aljezares (Casas Bajas),
donde fue asesinado el sacerdote don Ramón Fos Adelantado (1891-1936),
cura párroco de Corcolilla de Alpuente (Valencia).

Placa que hubo en la fachada de la parroquial de Casas Bajas (Valencia)
en memoria de los reseñados, víctimas "derechistas" durante la Guerra Civil (1936-39).

"Cruz de los Caídos"
en la fachada de la parroquial de Puebla de San Miguel (Valencia), 2000.

"Cruz de los Caídos" en la fachada de la parroquial de Puebla de San Miguel (Valencia),
estado actual (2021).

Lápida en el Cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia),
en memoria de José Rodríguez Sánchez (1918-38) e Higinio Simón Roque (1918-38),
presuntamente asesinados en el frente durante la Guerra Civil (1936-39).

Detalle del "Víctor", anagrama de hierro en la fachada de la antigua "Casa del Médico"
en Torrebaja (Valencia).


Carretera de Cuenca a Teruel, con detalle del "Victor",
anagrama de hierro en la fachada de la antigua "Casa del Médico" en Torrebaja (Valencia).

Estela funeraria en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
Lápida en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).
"Memoria" en homenaje a las víctimas de la Guerra Civil (1936-39)
en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).

"Cruz de los Caídos", monumento que hubo junto a la carretera de Cuenca-Teruel
en Torrebaja (Valencia).

"Cruz de los Caídos", monumento que hubo junto a la carretera de Cuenca-Teruel
 en Torrebaja (Valencia).
"Yugo y flechas", monumento y símbolo que hubo a la entrada de Torrebaja (Valencia),
procedente de Cuenca.

"Yugo y flechas", monumento y símbolo del franquismo
 que hubo a la salida de Torrebaja (Valencia),dirección Teruel.

Antigua placa de policía en la calle Caudillo de Vallanca (Valencia).

Antiguas placas de policía en la confluencia de la calle Caudillo con Calvo Sotelo de Vallanca (Valencia).

Nuevas placas de policía en la confluencia de la antigua calle Caudillo con Calvo Sotelo,
ahora Vallejo y Cuesta la Plaza de Vallanca (Valencia).





Plaza de España en Vallanca, detalle de "Yugo y flechas"
pintado en la fachada de la Casa Consistorial de la villa (1957)
[Fotografía procedente del Archivo Familiar de Luis B. Lluch Garín (1907-1986)].


Plaza de España en Vallanca (Valencia),
con detalle del obelisco que centra la fuente frente a la parroquial Nuestra Señora de los Ángeles.

Obelisco que centra la fuente en la plaza de España en Vallanca (Valencia),
con detalle del "Yugo y flechas".

Detalle del "Yugo y flechas" que hubo en la fachada de una casa de Vallanca (Valencia).

Escuela Nacional de Sesga (Ademuz),
con detalle de símbolos políticos y religiosos.

Detalle del "Víctor" en la tribuna del general Franco,
durante el primer aniversario del fin de la Guerra Civil (1936-39) en Madrid.



 Letrero indicando el pueblo de Libros (Teruel),
con el símbolo del "Yugo y flechas" a la entrada de la población,
procedente del Rincón de Ademuz, año 2012.